Dermatitis atópica, irritación en la piel

Dermatitis atópica, irritación en la piel


Te contamos algunos consejos para calmar las molestias de esta enfermedad en la piel.

La dermatitis atópica, o eccema atópico, es una inflamación de la piel caracterizada por lesiones de color rojizo, descamación, picor y lesiones de rascado. Este trastorno crónico y prolongado se diferencia por la piel seca, descamada e irritable y evoluciona a modo de brotes.

Esta enfermedad de la piel afecta al 2-5% de los adultos y al 10-20% de los niños en el mundo. En los últimos treinta años se han triplicado los casos de dermatitis, lo que hace sospechar que los cambios en el estilo de vida, la predisposición genética y los factores ambientales como la creciente polución, podrían ser factores de riesgo para su aparición.

Los síntomas más habituales son picazón intensa, enrojecimiento de la piel y aparición de ampollas. Asimismo, esta patología lleva asociada a un mayor riesgo de padecer otras enfermedades como el asma, la rinoconjuntivitis o la alergia a los ácaros y a ciertos alimentos como el huevo, los frutos secos y la leche.

Con motivo del Día de la Dermatitis Atópica (27 de noviembre), es importante entender los efectos de esta enfermedad y conocer las recomendaciones y cuidados que nos ayuden a mermar sus efectos.

Cómo calmar la irritación en la piel

Es esencial excluir del entorno del paciente todo lo que pueda desencadenar una reacción alérgica.

Baño diario: la piel del paciente con dermatitis atópica está muy seca y hay que hidratarla con un baño diario de agua templada. Siempre es mejor que sea a media tarde, con agua tibia y que no dure más de diez minutos. Evita secar la piel bruscamente, da pequeños toques con la toalla y después aplica cremas emolientes con urea o ácido láctico.

Hidratar, hidratar, hidratar: el uso frecuente de cremas hidratantes puede ayudar a prevenir la sequedad de la piel y que se cuartee. Habla con tu médico sobre las diferentes cremas hidratantes o emolientes disponibles. Opta por aquellas sin fragancia (o sustancia que pueda irritar) y llévala siempre contigo.

Temperatura: el exceso de calor y los cambios bruscos de temperatura son factores negativos para esta enfermedad. En todo caso, es beneficioso ventilar bien las habitaciones y evitar que la calefacción aumente en exceso la temperatura ambiente, que debe rondar los 20ºC.

Manos suaves: mantener cortas y limpias las uñas de las manos y de los pies ayuda a que se minimice el daño que la piel sufre por el rascado. Igualmente, colocar un objeto frío sobre la zona irritada también puede ayudar a minimizar la necesidad de rascarse.

Ropa no ajustada: no uses prendas muy prietas, ásperas o que arañen, el algodón es la opción más adecuada. Puedes lavar la ropa en la lavadora, pero asegúrate de no poner suavizante y de aplicar un centrifugado extra.

Ducha tras el deporte: el sudor macera la piel, por lo que es esencial una ducha o baño inmediatamente después de practicar ejercicio físico. No olvides aplicar después una loción hidratante.

Tareas domésticas: el polvo puede ser nocivo para personas con dermatitis atópica. A la hora de limpiar el hogar, utiliza la aspiradora y la fregona en lugar de la escoba y ponte guantes protectores de goma o algodón.

Aprende a relajarte: la tensión o la ansiedad favorecen la exaltación de los síntomas y empeoran la dolencia. Aprende técnicas de relajación (yoga, mindfulness, taichí…) y recuerda que los episodios de estrés son temporales.

El mayor número de afectados por dermatitis atópica se encuentran entre la población infantil. Aunque en muchos casos los síntomas desaparecen al llegar a la pubertad, en otros permanecen durante la edad adulta.

La piel nos protege, nos ayuda a mantener la temperatura corporal y hace que exista el sentido del tacto. Cuidémosla con mimo.

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