
Medidas de higiene para preparar alimentos
Saber cómo manipular algunos productos en la cocina puede prevenirnos de infecciones
Pasar una fruta por debajo del grifo suele ser un acto automático antes de metérnosla en la boca. Lo hacemos porque pensamos que el agua eliminará los restos de bacterias y pesticidas que puedan quedar en la piel. Pero, ¿sabemos con qué alimentos es necesaria esta limpieza?
Lavar ciertos productos es una de las medidas de higiene básicas para evitar riesgos de intoxicación, debido a que las bacterias que causan enfermedades pueden sobrevivir y propagarse a otros alimentos e, incluso, a través de utensilios de cocina.
La Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición aconseja, en primer lugar, cuidar nuestra higiene personal para evitar intoxicaciones alimentarias. Hay que lavarse las manos antes de comer, después de ir al baño, tras cambiar un pañal, después de toser o sonarse la nariz, si hemos tocado un animal, tirado la basura y antes y después de cocinar.
No obstante, la limpieza no siempre es sinónimo de seguridad. A veces, en el afán de ser limpios, empeoramos la situación. Existen algunos alimentos en los que no es recomendable el lavado. Por eso, antes de todo, hay que diferenciarlos.
Cómo manipular los diferentes alimentos
Frutas y hortalizas
– Lavar las piezas enteras, incluso si se van a pelar, así se elimina la presencia de bacterias, restos de tierra y pesticidas. Al comerse crudos, estos productos no pasan por ningún proceso de cocción que elimine cualquier patógeno.
– En frutas con piel gruesa, puedes usar un cepillo para limpiarlas mejor. Y las más pequeñas, como fresas y frambuesas, se pueden dejar en remojo unos minutos y escurrirlas.
– Para un buen lavado, quita las hojas de las frutas y verduras que pueden estar en mal estado, luego ponlas bajo el chorro de agua y sécalas con un paño limpio o papel de cocina.
– Si antes de tocar la fruta o hortaliza has tocado carne, desinfecta las manos con agua y jabón, así como el resto de superficies y utensilios (tablas, platos, cuchillos…) que puedan haber estado en contacto.
– No es necesario lavar los vegetales que vienen en bolsas (listos para consumir), porque ya han pasado por un severo proceso de higienización.
Carnes y aves
– La Agencia de Normas Alimentarias del Reino Unido recomienda no lavar el pollo antes de cocinarlo porque entraña el riesgo de extender la bacteria campylobacter en manos, superficies, aparatos de cocina y ropa al salpicar el agua.
– Cocinar bien la carne: la mayoría de bacterias pueden ser destruidas parcial o totalmente con una buena cocción. Asegúrate que no queden partes crudas, en especial en las zonas más gruesas.
– La carne de ternera tampoco se debe lavar bajo el grifo, por las mismas razones que hemos comentado. Además, si se pasa por agua queda mucho más reseca.
– En el caso de carne picada, salchichas y hamburguesas también es bueno cocerlas, asegurándonos que alcancen una temperatura de 60ºC, que garantice la desaparición de patógenos.
Huevos
– Lavar los huevos, aclararlos y secarlos con cuidado solo si los vamos a comer en el momento. Cuando se almacenan en el frigorífico quedan expuestos a muchas contaminaciones.
– No es aconsejable lavarlos si los vamos a meter en la nevera. Cuando limpiamos un huevo podemos crear una contaminación cruzada (transferir bacterias de un alimento a otro), especialmente, si tiene la cáscara agrietada.
– La cáscara del huevo es porosa y posee una fina capa natural protectora que, si se lava, se pueden colar algunos microorganismos en su interior.
Con estas acciones diarias podemos evitar la propagación de bacterias y, con ello, el desarrollo de infecciones. Aunque no hay que ser alarmista, es positivo ser un poco precavido en la cocina.
La salud está en nuestras manos.